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“Quiero ser paramédico para ayudar a los indigentes”

Marco Varela / muve20.u@gmail.com

En su corazón alberga un sueño, uno muy noble y tal vez a su vez triste; ser paramédico para ayudar a sus ex compañeros de la calle. Escuchar entrevista.
























A las 11 y 50 minutos de un viernes por la noche, Yamileth Hernández, contaba su historia con simplicidad, orgullo y nostalgia. Ella fue indigente y drogadicta por dos años. Perdió a sus 6 hijos, a su esposo, su trabajo y como ella misma diría: “perdí hasta la forma de andar”.


Yamileth, tiene ahora 46 años de edad. Vive en una casita humilde cerca de la Zona Roja en San José Centro. Ella cuenta que antes de las drogas fue secretaria en el Ministerio de Salud, madre de 6 pequeños y tuvo un esposo que la quería y la esperaba todos los días en su casa.


Sin embargo, dejó pasar en tan solo una respiración al monstruo de la drogadicción. “Vea un día me dolía la cabeza y me metí a un bar, porque yo solo cervecita tomaba, y fue ahí que me enseñaron un paquetillo y me dijeron -tomé eso, con esto se le quita el dolor de cabeza- (vacila un poco con sus manos) lo que no me dijeron fue que también me quitaría la vida”.


El tiempo pasó y fueron dos años metida dentro de un bunker drogándose día y noche en algún lugar desconocido de Alajuela. En ese tiempo, sus hijos se fueron su ex esposo lejos de ella. Cuenta Yamileth, que ahora su hijo mayor tiene 20 años y que su hija menor la pusieron en adopción y se encuentra en Guanacaste.


¿Usted ve a sus hijos?


“Sí yo los veo ahora, excepto a mí hija menor.”

¿Por qué donde está ella?


“A ella como era tan pequeña y por la situación, la pusieron la quito el PANI. Sé que está en Guanacaste, pero todavía no la quiero buscar. Yo voy por ella cuando tenga 18 años, para no distorsionarle la vida y yo no recaer en la droga por un mal sentimiento o por la desesperación de algo”.


¿Y ahora qué hace para vivir?


“Vendo pejibayes con mi esposo (pareja actual) en la parada de Hatillo 8. Vieras que linda me veo. Pasé de ser secretaria ejecutiva a ser vendedora ambulante, ja, ja (risa). No vieras cuando los policías me persiguen, yo no había visto tantos hombres detrás de mí”.


¿Y estudia ahora?


“Sí estoy sacando el bachi para poder estudiar para ser Paramédico. Para ayudarle a ellos (indigentes) pobrecitos, véalos, solo uno sabe lo que no es comer por días y dormir debajo de cartones. ¡Uy! es que vieras lo bombeta que soy yo, de güila estaba metida en todo, en cruz roja, y en la verde”.


En su corazón camina un pequeño reloj, uno de amor por el otro. Ahora llega ayudar a ver que ocupan y pasa de una vez por un par de galletas de las que regalan Obras del Espíritu Santo. En su rostro hay una sonrisa sincera, nada oculta y en sus ojos muestra esperanza de que la vida va más allá de solo pensar en uno mismo.


La zona roja cerca del Borbón es un centro de reunión de locos para muchos, pero para otros es una zona de guerra. Guerra contra el hambre y pobreza de comida y también de amor.

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